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Día del Maestro: docentes en Yucatán comparten sus motivos para enseñar
Las experiencias vividas con los maestros que les dieron clases marcaron la forma de ser y desempeñarse de quienes hoy cumplen una tarea docente. Los buenos y malos ejemplos sirvieron para que tomaran lo mejor y modificaran ciertos aspectos de esa enseñanza para interactuar ahora con sus alumnos, en busca de brindar una preparación eficaz y propositiva que lleve a desarrollar al máximo las habilidades del estudiante.
Se trata de profesionales de diferentes ámbitos que hoy cumplen con la tarea de enseñar, de compartir conocimientos y de sacar lo mejor de cada estudiante desde sus trincheras.
En el marco del Día del Maestro, que se conmemora mañana, una docente de danza, una de primaria y un entrenador deportivo comparten con el Diario cómo el desempeño de sus profesores les ayudó a crear una mejor versión de sí mismos.
Lourdes Luna Aranda, quien dirige el Conservatorio de Danza de Yucatán y la compañía Créssida Danza Contemporánea, admite que tuvo muy buenas experiencias y guarda por lo tanto recuerdos agradables de sus maestros en esta disciplina artística, que marcaron el desarrollo de su carrera.
Señala que a sus profesores los caracterizaba la comunicación, la confianza y el respeto y nunca asumieron las actitudes de antaño, cuando los mentores decían: “Haces lo que yo te diga y punto”, sino que su enseñanza era respetuosa.
Afirma que esa manera de educar la conservó en el recuerdo y la tomó como un referente para su práctica docente. Indica que, a pesar de que para que el estudiante de danza obtenga los resultados que está buscando y llegue a niveles de excelencia y creativos genuinos el maestro tiene que ser muy puntual y exigente, ella procura que el enfoque sea con base en el respeto al ser humano, el respeto al otro, y trata de aprovechar las virtudes de la persona con la que está trabajando para tomarlas y desarrollarlas en la práctica.
Expresa que siempre está analizando y reflexionando cómo implementar la idea de la disciplina y el enfoque humano en un área como la danza para obtener los objetivos deseados, sin que haya una afectación psicológica o física en el alumno.
La maestra de danza agrega que tiene siempre presente las experiencias que ella vivió como alumna, el sentirse libre y expresar lo que quería, y trabaja para que sus alumnos también lo experimenten. Al ser directora de un espacio de formación, se interesa en compartir estas ideas con su equipo de trabajo.
Ser maestro, aprendizaje de dos sentidos
Al preguntarle si vivió algún mal momento con sus maestros que la marcara hasta el punto de evitar actitudes similares en su labor docente, Lourdes Luna comparte una anécdota que se le quedó muy grabada: en el último semestre de la carrera, en preparación al examen final, todos los días practicaron con el maestro la misma clase, la repasaron una y otra vez para ir mejorando la ejecución y la técnica. Así fue durante todo el semestre y el día del examen el profesor les cambió totalmente la clase, les puso ejercicios que nada tenían que ver con lo que habían ensayado una y otra vez.
Cuenta que su primera reacción fue de enojo, se preguntaba por qué el maestro hacía eso, pero reconoce que al segundo ejercicio entendió la razón y a la distancia agradece que el docente haya tomado esa decisión, pues se dio cuenta de que lo hizo para que aprendieran a reaccionar a los cambios en algo que ya conocían, es decir, los estaba poniendo a prueba para ver si eran capaces de, con toda la información que tenían, resolver el problema que les estaba planteando.
Asegura que fue una experiencia motivadora, en ese momento entendió que estaba lista, que podía venir otro maestro y ponerle otros ejercicios y los haría, porque ya contaba con la preparación para realizarlos.
De tal forma que lo que al inicio parecía una experiencia negativa resultó en realidad positiva.
Hoy día aplica esta lección con sus alumnos, no de manera tan drástica, pero de repente saca sus “sorpresitas” para descolocarlos un poco y ver cómo responden ante los retos.
Familia docente
Erika Priscila Eb Cauich, maestra de educación primaria desde 2007 y quien hace ocho años se unió a la plantilla de la “Benito Juárez”, lleva el gusto por la docencia en la sangre. Su mamá y una de sus hermanas son maestras, al igual que todas las hermanas de su mamá y también sus tías de parte de su papá.
Señala que ver el desempeño de las maestras de su familia y el deseo de trabajar con los niños fue lo que la motivó a estudiar para convertirse en profesora.
Apunta que tuvo buenas experiencias con sus maestros, siente que ofrecieron enseñanzas de calidad, tuvo aprendizajes positivos con ellos y hoy hay cosas que retoma de esas lecciones, aunque, claro, con cambios para adaptarlas a los tiempos actuales.
Recuerda que uno de sus maestros utilizaba las experiencias de vida para enseñar, esos acontecimientos cotidianos los adaptaba a los temas a estudiar para que fueran más comprensibles.
Esto es parte de los aspectos positivos de la educación que tuvo a los que recurre en la actualidad cuando se prepara para estar frente a su grupo, ya que involucrar al alumno en el aprendizaje por medio de vivencias hace que el conocimiento se adquiera mejor, pero además que perdure en la memoria.
También le tocaron vivir momentos no tan buenos como estudiante, ya que en una ocasión cuando era pequeña una maestra se enojó con ella y sus compañeros porque estaban echando relajo en el salón y les puso como castigo hacer 100 divisiones. Aún recuerda el pizarrón lleno de las operaciones que tenían que hacer, y su pesar, pues apenas estaban aprendiendo a dividir.
Enseñanza proactiva
A la distancia se da cuenta que castigar a los alumnos de esta manera de nada sirve, como tampoco pedirles que cumplan con tareas excesivas; para ella, la mejor manera de enseñar es hacerlo de forma proactiva.
Expresa que en su práctica docente aplica el socio-constructivismo, le da importancia a la parte humana, social y a que sean los estudiantes los que deconstruyan sus propios aprendizajes, que ellos mismos comprendan qué es, para qué se utiliza, cómo se da un concepto, a fin de que la simple definición de una palabra la puedan reflexionar.
Erika Priscila Eb considera que los maestros en general se han adaptado a los cambios que se han gestado en la educación con base en nuevos modelos de enseñanza, pero el pilar sigue siendo el mismo: tomar en cuenta que el mundo está en constante cambio y que es importante conocer cómo son los alumnos que se reciben en cada ciclo escolar, qué características tienen, cuáles son sus estilos de aprendizaje —pues uno puede ser más auditivo, otro más visual o más concreto— y, a partir de las características ya identificadas, diseñar la clase y hacer la planeación de trabajo.
Destaca lo importante que es que el alumno tenga la oportunidad de mostrar su personalidad en clase y desarrollarla, que alimente su autoestima, y pueda usar la tecnología para que las lecciones le resulten más entretenidas y divertidas.
Por esa razón es que en ocasiones hacen, por ejemplo, vídeos en TikTok con canciones sobre los ángulos o los números. De esta manera busca que la educación sea divertida y vanguardista y, sobre todo, que propicie el involucramiento del alumno.
Emociones distintas
Jonathan Ricardo Villegas Flores, maestro de deportes y coach de baloncesto en la Universidad Modelo, tuvo emociones contrastantes durante su formación.
Cuenta que anteriormente los maestros de deportes solo enseñaban la teoría de los ejercicios. Por esa razón las clases no le gustaban, él pensaba que una clase de la disciplina debía consistir en aprender de todo un poco por medio de la práctica, para así descubrir si tenían aptitudes para una especialidad, si algo les gustaba más para explorar y conocer. Las lecciones que recibió fueron teóricas y monótonas.
En ocasiones sucedían cosas que no le gustaban y sabía que debían cambiarse para mejorar la enseñanza, pero no era sencillo decírselo a los maestros, ya que “anteriormente los profesores eran personas que tenían una forma de ser, en su mayoría eran personas que se rehúsaban a un cambio o una evolución”.
Algunos maestros se presentaban en las clases malencarados o acostumbraban regañar. Años atrás, reitera, se les aconsejaba que se dieran las indicaciones a gritos, en lugar de buscar convencer al niño o al adolescente de la importancia de una clase de educación física.
“Me tocaron maestros renuentes a un cambio, por lo que mis clases de educación física no eran aquéllas que esperas disfrutar”.
Cambio de paradigma
Por ello, ahora como docente de deportes y entrenador deportivo busca hacer las cosas de diferente manera. “Trato de explicar la razón de cada uno de los ejercicios que pongo, los beneficios que tendrán como alumnos. Ahora tenemos que convencer a los jóvenes de hacer las cosas por medio de motivos, que ellos quieran hacer las cosas y no que sean obligatorias; que las clases las disfruten, aprendan y se motiven”.
Considera que todo ha cambiado en la forma en que los maestros enseñaban antes y ahora, al menos en cuestión de deportes, y él es el reflejo de esa transformación.
“Soy un maestro de cambio”, afirma. En ese sentido, se enfoca en la práctica, en convencer y motivar al alumno, porque todas las clases enseñan a comportarse en varios ámbitos de la vida.
Otra de sus convicciones es ser siempre un maestro empático, tratar de entender por qué razones les gustan o no las cosas a los alumnos.
“Te conviertes en un maestro que apoya y convence, por lo que al final se logra la integración de la mayoría de los alumnos sin necesidad de ser estricto”.
Parte de su fórmula para motivar a los estudiantes es escuchar sus opiniones, preguntarles qué esperan de una actividad, y después se dedica a exponerles las razones por las cuales la manera en que hace las cosas y enseña es un camino para llegar a los objetivos que se han planteado.